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Para el juez Rafecas, Nisman no fue un mártir de la verdad sino un "vago"

Alberto Nisman dispuso durante casi 10 años del equipo investigación judicial más poderoso de la Argentina, la unidad Fiscal AMIA (UFI AMIA). Contaba con oficinas propias aisladas del Palacio de Tribunales, autos, custodios, comunicaciones, entre 40 y 50 personas que trabajaban exclusivamente en la causa y una chequera sin límite para abarcar la investigación más compleja que había encarado el país: descubrir la trama secreta del atentado al edificio de la AMIA.


Por "Chiche" Gelblung

Además de este presupuesto ilimitado, el doctor Nisman contó con el apoyo del ex presidente Néstor Kirchner, del jefe de los espías argentinos Antonio "Jaime" Stiuso y del colosal aparo de la Secretaría de Inteligencia (ex SIDE).

Nisman contó con la colaboración directa de servicios de espionaje internacional como la CIA (estadounidense), el Mossad (israelí) y el MI5 (británica), entre otras. Es decir que jamás nadie en la Argentina había logrado semejante despliegue de poder para llegar a la verdad de un caso que todavía sobrecoge a la sociedad.

La voladura de la AMIA no fue un hecho que solo preocupó a los argentinos. Dicho acto terrorista, así como la explosión de la embajada de Israel, tenían al país en medio de una guerra que se libraba en otras partes del mundo. Estábamos en medio de un conflicto internacional de pesos pesados y nada tenía que ver con la convivencia casi familiar que árabes y judíos tuvieron y tienen en la Argentina desde hace décadas.

El poder de Nisman tenía además la bendición del propio Gobierno, cuando el entonces presidente Kirchner le dijo: "Este es Jaime Stiuso y va a trabajar con vos". En esos casi 10 años de investigación hicieron viajes, grabaron cientos de escuchas secretas, procesaron información de diversas fuentes. Así llegaron (aparentemente) a una fundada conclusión: iraníes habían planificado desarrollado y ejecutado el plan para que la AMIA estallará y 85 personas murieran en la tragedia.

Con esa conclusión se suponía que la UFI AMIA había culminado su tarea. En los diez años se conocieron resultados parciales de la investigación hasta que finalmente sobre el filo de la década Nisman sorprendió a todos con una grave denuncia. La acusación ponía a la presidente Cristina Fernández de Kirchner al frente de una maniobra de encubrimiento que hacía que esa larga investigación quedara en la nada.

Los 10 años de trabajo de Nisman tuvieron además otro corolario: su propia muerte. 

A pocas horas de advertir al país que iba a involucrar a Cristina en una maniobra de encubrimiento, así como también a al canciller Héctor Timerman y una serie de personajes de la política, el fiscal aparece muerto en su departamento. 

A partir de ese momento se desencadena en la Argentina una guerra entre los presuntos encubridores y el equipo de justicia que pretendía desenmascararlo. 

De esos diez años de trabajo resultaron casi 300 páginas de una denuncia, para algunos delirante y sin fundamento jurídico, y para otros de un contenido casi equivalente, en trascendencia e impacto, al histórico "Yo acuso" de Émile Zola. 

Como Nisman muere horas después de hacerlo, el fiscal Gerardo Pollicita retoma el testimonio y lo lleva adelante ante el juez Daniel Rafecas. En esas páginas estaba resumido, se supone, diez años de trabajo y millones de pesos gastados en una investigación sin antecedentes en la historia argentina. Para el fiscal Nisman esa fue la causa de su vida y de su muerte. 

Si se suicidó, es probable que le haya puesto punto final al trabajo de su vida que lo habría dejado tan vacío que no tenía sentido seguir viviendo. Sin embargo si lo mataron,es probable que el grupo de investigación haya molestado a fuerzas suficientemente poderosas como para eliminar al fiscal y demostrar que nadie se mete con ellos; ni el fiscal Nisman ni los humoristas de Charlie Hebdo.

¿Qué hace el doctor Rafecas de todo eso? Se supone que lo lee y agota en una rápida mirada los presuntos contenidos categóricos que había encontrado Nisman y dice: "Muchachos esto es una boludez" y lo cajonea, dejando en ridículo a Nisman ya muerto y a todo el equipo de investigadores que lo secundó toda una década.

Ahora bien, la pregunta es la siguiente: Si Rafecas tuviera razón (y probablemente la tenga) ¿en qué trabajó Nisman y su fiscalía durante diez años?, ¿en una estafa a toda la sociedad?, ¿en un curro sin fin que le costó millones a la Argentina?, ¿es probable que todo lo que hizo Nisman haya sido una gran farsa? ¿En doce días Rafecas desenmascaró a un fiscal perezoso y ambicioso? 

Si no fuera así, ¿qué quiso hacer Rafecas?, ¿terminar de matar a Nisman enterrándolo en su propia mentira o Rafecas se convirtió, quizá sin saberlo, en el verdadero verdugo de Alberto Nisman? 

Sólo el tiempo y la Justicia responderán la pregunta: ¿Nisman fue un "vago" o un mártir?

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